El 30 de diciembre de 2019, el Comité de Salud de Wuhan, en China, emitió un «aviso urgente por tratamiento de neumonía de causa desconocida». Un día después, la OMS dijo estar en contacto con las autoridades locales por «un brote no identificado de neumonía viral» en Wuhan.
En medio de la crisis colectiva, una plataforma de monitorización de salud por inteligencia artificial de la empresa canadiense BlueDot, contribuyó a detectar el virus. Varias semanas antes que se declarara la alerta sanitaria global por la OMS, la empresa alertó a sus clientes sobre el brote.
Hemos presenciado una transición sin precedentes: datos sobre el comportamiento humano como qué hacemos, dónde vamos, cuánto gastamos o qué consumimos, están disponibles de manera masiva y en tiempo real.
Esta disponibilidad de grandes cantidades de datos sobre nosotros está cambiando profundamente el mundo. Las finanzas, la economía, la salud, la medicina, la política, el periodismo, entre otras, han experimentado el impacto de este fenómeno. El análisis de datos sobre el comportamiento humano nos abre oportunidades para modelar patrones de conducta, así como para ayudar en la toma de decisiones.
La historia está plagada de ejemplos de sesgos extremos en el proceso de toma de decisiones por humanos. Esto ha dado lugar a resultados ineficientes, corruptos, injustos, con graves conflictos de intereses y con consecuencias en muchos casos devastadoras para millones de personas; el desarrollo de algoritmos para la toma de decisiones basadas en datos refleja la búsqueda de la objetividad de decidir basándose en evidencias. La idea de minimizar la ineficiencia, discriminación e injusticia de las decisiones humanas es sumamente atractiva.
ANALISIS DE DATOS PARA LA MEJORA SOCIAL
Dado el potencial de los datos, ha aparecido un campo de investigación enfocado a la toma de decisiones en el área de las mejoras sociales. Desarrollar algoritmos para analizar cantidades de información de distintas fuentes y, de manera automática, seleccionar los datos relevantes para usarlos de forma concreta. Es lo que se conoce como análisis de datos.
En ese campo se han llevado a cabo proyectos para, por ejemplo, entender el desarrollo económico de una región, predecir el crimen, modelar la propagación de enfermedades infecciosas como la gripe, el ébola o actualmente el COVID, estimar las emisiones de dióxido de carbono o cuantificar el impacto de desastres naturales. Gobiernos, ONG’s y empresas están experimentando, innovando y adaptando herramientas de toma de decisiones para alcanzar soluciones que estén basadas en el análisis de información; los escenarios de salud, seguridad y educación, entre otros, que vivimos en nuestro país requieren de una respuesta rápida y precisa.
Un año atrás, era urgente controlar los contagios por COVID-19 e hizo falta tecnología que pudiera indicar donde podían concentrarse los focos de infección; el haber recolectado información puntual de los lugares donde habían estado las personas hubiera podido dar números más exactos de donde se tenían más contagios.
Parecía una excelente estrategia, sin embargo, la mala comunicación hacia la población y la falta de conocimiento preciso del tema hizo que la estrategia fracasara. De haber sido exitosa, el gobierno de la ciudad hubiera tenido información más precisa para poder tomar las acciones necesarias.
¿COMO RECOLECTAR LA INFORMACION?
Las tecnologías de análisis de datos tienen dos vertientes, primero la recolección. Muy posiblemente hemos escuchado terminologías como BIG DATA, la cual ha venido en aumento en los últimos años; esta se encarga de recolectar información de bases de datos, internet, redes sociales, noticias, entre otras. ¿Cuánta información no encontramos ahora en internet sobre cualquier tema? El gobierno bien podría aprovechar esta tecnología para recolectar grandes cantidades de información acerca de las necesidades específicas de ciertos sectores de la población.
Se ha comprobado alrededor del mundo que esta tecnología funciona. En el año de 2016; en una jornada electoral insólita, Donald Trump vencía a Hillary Clinton, y muchas personas se preguntaban cómo había ocurrido esto. El trabajo de la empresa Cambridge Analytica usando la tecnología de Big Data fue impresionante; reunieron los datos de cada norteamericano publicados en redes sociales y cruzaron esa información con un test psicológico para inferir perfiles de cada usuario. Así, lograron saber cuál debía ser el contenido, tema y tono de un mensaje para cambiar la forma de pensar de los votantes. Trump aprovechó la tecnología y cambiaba su discurso según el lugar donde se presentaba.
Concentrar la información de hospitales y clínicas en una sola base de datos que permita conocer la distribución de los medicamentos e insumos; esto además de asegurar que no existan sobrantes innecesarios, también supondría que cada persona podrá tener medicamentos disponibles y un ahorro de dinero significativo; además de que por supuesto impacta en el combate a la corrupción al evitar las ventas clandestinas de medicamento.
Esto solo es un ejemplo, sin embargo, las posibilidades en educación, programas sociales y otros, son infinitas.
COMBATIR LA CORRUPCION USANDO TECNOLOGIA
En la India, existe una aplicación llamada «He pagado un soborno», esta permite informar sobre sobornos y fraudes en los trámites con los funcionarios públicos. Esta plataforma contribuye a luchar contra lo que su fundador, denomina “corrupción minorista”, es decir, pequeños sobornos burocráticos.
En Brasil, el Observatorio del Gasto Público, utilizó sistemas analíticos para revelar fraudes en el programa de protección social del país, Bolsa Familia, identificando a miles de beneficiarios no elegibles.
En Georgia, Transparencia Internacional lanzó un portal de contratos públicos de código abierto. Los datos obtenidos en el sitio web de contratación pública electrónica del gobierno permiten llevar a cabo investigaciones sobre contratos no competitivos y otras transacciones sospechosas.
En Colombia, la Secretaría de Transparencia de la Presidencia desarrolló una aplicación que permite a los ciudadanos informar sobre “elefantes blancos”, o, en otras palabras, trabajos públicos no terminados o con sobreprecio. Hacia finales de 2015, identificó 83 de estos “elefantes blancos” por un valor total de casi 500 millones de dólares, que llevaron a la apertura de procedimientos penales por parte de las autoridades que velan por el cumplimiento de la ley.
Los procedimientos burocráticos complejos, con sus infinitos pasos y aprobaciones, crean espacios propicios para la corrupción. Las oportunidades para exigir u ofrecer sobornos se multiplican cuando los trámites se realizan en persona, como suele suceder en nuestro país con la gran mayoría de ellos.
El uso del análisis de datos puede traer grandes beneficios a la población, sin embargo, existe otro rubro importante y que se complementa con este tipo de tecnologías, y que puede mejorar enormemente diversos rubros de la administración pública: estamos hablando de la inteligencia artificial.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN EL ENTRETENIMIENTO
Hablar de inteligencia artificial no implica hablar de futurismo o de películas fantasiosas, hablar de inteligencia artificial implica una realidad, el hecho de que estamos viviendo en una época donde los sistemas inteligentes pueden saber mucho acerca de nosotros. Vamos a pensar en algo muy sencillo, la plataforma de entretenimiento Netflix.
Netflix por ejemplo sugiere los mismos programas con portadas distintas, a personas distintas. Esto varía en función de las tendencias de cada perfil; si la persona disfruta más del suspenso, terror o acción, la portada de cierta película o serie que la plataforma muestre será de ese estilo; por el contrario, si la persona tiende a ver romance o comedia, la portada se adaptará a ello. También, por ejemplo, si el perfil es de un adolescente, la portada será distinta que la de un adulto. Lo interesante es que la plataforma «aprende» de nosotros para decidir cómo puede entretenernos.
Esta plataforma utiliza un sistema llamado Machine Learning, que es un derivado de la Inteligencia Artificial, y su función en general es «aprender» de los datos, recolectando información sobre el comportamiento y las tendencias de las personas. Este sistema de aprendizaje es aplicado actualmente en entretenimiento, gastronomía, política y diversos consumos.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL COMO UN ALIADO
Las nuevas tecnologías digitales están cambiando rápidamente el panorama de la prestación de servicios públicos; ya que los dispositivos móviles combinados con aplicaciones llevan los servicios públicos a cualquier lugar donde se encuentre el ciudadano. Las tecnologías de red permiten que el suministro de información y la recopilación de datos codificados geográficamente se integren con los datos administrativos tradicionales, creando conjuntos de grandes cantidades de datos para generar conocimiento sobre poblaciones e individuos, los mismos que pueden ser procesados por técnicas basadas en inteligencia artificial a fin de optimizar la toma de decisiones.
Uno de los usos más comunes de Inteligencia Artificial en la administración pública es el uso de chatbots para recibir dudas, quejas o sugerencias y en las que el procesamiento de lenguaje natural, principalmente texto, permite interactuar de manera dinámica entre la máquina y el ciudadano para realización de algún trámite o solicitud de servicio a través de los portales de las dependencias públicas.
Y aunque algunos organismos ya han implementado este tipo de inteligencia, no se le da el seguimiento adecuado a través de sus herramientas complementarias, por ejemplo, el análisis cognitivo, el cual se refiere a traducir todo ese texto en sentimientos, es decir, la inteligencia artificial es capaz actualmente de medir el sentimiento de la persona que escribe a través del análisis de las palabras.
Diferentes organismos internacionales y países han desarrollado aproximaciones sobre cómo regular, promover o implantar algoritmos e Inteligencia Artificial en los gobiernos y administraciones públicas. Entre ellos, destacamos la OCDE o la ONU; en estas aproximaciones se ofrecen conceptos que establecen un marco de referencia para los países miembros de estos organismos, de ahí su papel clave desde una perspectiva del encuadre de las políticas de inteligencia artificial a promover desde el sector público hacia afuera.
AUN FALTA MUCHO POR HACER
Hablando en materia de seguridad, la sociedad puede beneficiarse ya de muchos de los avances de la inteligencia artificial en este campo. Mediante el reconocimiento de imágenes, por ejemplo, los sistemas de información pueden aprender a percibir con tecnologías de reconocimiento facial que ya se usan en nuestro país y se puede mejorar para la identificación de personas no autorizadas o susceptibles de suponer un riesgo para la seguridad.
Otro ejemplo de inteligencia artificial aplicada a la seguridad son las cámaras de seguridad que pueden conectarse para monitorizar espacios públicos o privados. Estos sistemas pueden detectar cualquier señal de angustia y, automáticamente, realizar una llamada a un centro de emergencia.
No es una cuestión económica o de falta de calidad en ingenieros de nuestro país; es una cuestión de cultura; de adaptación al cambio y de modernización. De cambiar el pensamiento y tomar en cuenta que, así como la política ya no es como antes, tampoco la administración pública.
Deberían existir dentro de la administración pública ingenieros encargados de esta migración a la revolución digital que estamos viviendo con el fin de tener mejores servicios para nuestra sociedad, trámites más ágiles, combatir de frente y desde los escaños más pequeños la corrupción.
El cambio ya está aquí, y un gobierno moderno es un gobierno eficiente.